LA LINDA -Por Paula Micaela Soria (Tucumán, Argentina)
- Pensando En Voz Alta
- 28 may 2023
- 3 Min. de lectura
Cerré la puerta del baño, me cepillé los dientes y volví a la mesa a sentarme al lado de mi mamá. ¿Por qué hice eso? ¿De verdad, Lucía? ¿De nuevo? No sirvo ni para cumplir una promesa.
Mi tía me habla sin parar y apenas logro devolverle una mueca, una pequeña sonrisa.
—Contales Lu, de tu nuevo proyecto —dice mi papá mientras se devora ese enorme pedazo de asado, que tan orgulloso preparó él sólo para toda la familia.
—¡La llamaron para que toque en ese nuevo bar! Con lo hermosa y talentosa que es, ¿cómo no iba a ser un éxito? —exclama mi mamá antes de que yo siquiera abriera la boca. Yo sonrío; ella me mira y me acaricia el pelo. Se sirve una copa de vino y deja ver esas uñas largas y prolijas que yo siempre quise tener.
—Felicidades belleza, te lo merecés. —Mi tía me mira con dulzura, aunque se siente un poco falsa. Mi mamá apoya su mano en mi hombro. —Tu carrera como artista recién está despegando. —Sonrío y asiento. Uh, sin querer manché el mantel, qué vergüenza.
—Ay mi hijita linda, vamos a tener una artista famosa en la casa. —Mi mamá ríe, emocionada. Todos sonríen. Todos opinan. Mis uñas están desprolijas. Quiero ir al baño.
Me pierdo entre las voces familiares pero lejanas. En mi casa no hay dos pares de cubiertos iguales, eso siempre me llamó la atención. Comentarios superficiales que van y vuelven. ¿Será que la gente realmente decide juntarse con la familia? ¿O será que todos somos demasiado cobardes para admitir que no tenemos ganas? Dios mío no puedo creer que hice esto, qué idiota. Es muy incómoda esta silla. Antes no me incomodaba sentarme acá, aunque su respaldo siempre fue medio raro, pero ahora no parece haber forma de sentarme que me permita disfrutar de este almuerzo. Capaz es mi ropa, esta pollera se engancha con la esquina medio puntiaguda y me tengo que estar acomodando todo el tiempo. Odio esta pollera. Recuerdo cuando mi mamá me la regaló. Parecés un ángel

, me dijo.
—¿Me pasás las papas, Lu? —Hace rato papá me está mirando desde la punta de la mesa, sabe que algo me pasa.
-Sí, pa. —Le alcanzo el plato ya medio vacío de papas fritas, brillantes de todo el aceite que tienen. —Estaba muy rico todo.
Ayer estaba más tranquila, incluso tuve un buen día. Me encanta ir al parque con Tami, ella lleva su perro hermoso y corremos un montón, impresionante la energía del loco ese. Hace mucho que no voy al gimnasio, las clases de canto me quitan mucho tiempo. Mi mamá ayer, llegando de pilates, le dijo a papá que estuvo hermosa su clase, quizás podría ir con ella también. Bah, no sé si quiero ir con ella, pero podría empezar pilates los miércoles después de clase, capaz que Tami quiera venir conmigo. Mi panza no deja de hacer ruidos y mi mamá se da cuenta.
—¿Comiste demás Lucía? —dice y prende un cigarro.
—No, mamá, capaz me cayeron mal las papas.
Corro despacito la silla y me levanto de la mesa. Ya sé que me voy a arrepentir de esto. Abro la puerta para salir de la galería, y veo la foto de mi familia colgada, en el medio del living. Yo estoy al costado de mi mamá, ella me agarra del brazo y las dos salimos sonrientes. Tengo puesto un vestido horrible, me queda peor incluso que esta pollera, pero a mi mamá le gustaba. Te hace ver más linda, me acuerdo que me dijo.
Llego a la puerta del baño, tiene un picaporte distinto al del resto de la casa, más elegante, o no sé, más llamativo. El inodoro me mira, expectante. Él entiende.
Cierro la puerta, me lavo los dientes, y voy a sentarme al lado de mi mamá.
Comments